Es conveniente saber que las niñas, niños y adolescentes lo hacen todo mejor cuando sus madres, padres y personas cuidadoras se muestran cariñosos y comprensivos, pasan tiempo con ellos, conocen su vida y comprenden sus sentimientos y conductas, los animan a comunicarse abiertamente y reaccionan a los comportamientos inadecuados aplicando medidas respetuosas y explicaciones en lugar de castigos severos.

El buen trato es la cualidad de la crianza respetuosa. Incluye tanto la actitud sensible y respetuosa de la dignidad de la niña, niño y adolescente que debe desplegar la madre, padre o persona cuidadora, como las oportunidades que el Estado y la comunidad deben construir para dar soporte, apoyo y solidaridad a quienes crían.

Actualmente, sabemos que los estilos de crianza autoritarios modifican comportamientos no deseados de niñas, niños y adolescentes de manera rápida, pero a costa del miedo y la generación de estrés tóxico por parte de quien debería cuidarle y protegerle, es decir, estrés intenso, grave y duradero, por tanto, dañino para la arquitectura cerebral.

Mientras que los estilos respetuosos, democráticos y flexibles, traen efectos positivos en el desarrollo infantil y en la personalidad adulta, además de que favorece el desarrollo de relaciones materno y paterno-filiales, confiables, sólidas y beneficiosas.

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Beneficios de la crianza respetuosa en el desarrollo de niñas, niños y adolescentes

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Como hemos explorado previamente, el entendimiento de las necesidades de desarrollo en relación con la edad de tus hijas, hijos e hijes emerge como una herramienta valiosa para los padres, madres y personas cuidadoras. Esta comprensión profunda revela que las necesidades de los niños, niñas y adolescentes se manifiestan de maneras diversas en cada etapa de sus vidas. A través de esta perspectiva, los padres, madres y personas cuidadoras pueden adaptar sus enfoques parentales y ajustar sus expectativas en consonancia con el comportamiento esperado en cada fase del desarrollo.

Desde la infancia hasta la adolescencia, las demandas y desafíos a los que se enfrentan los niños, niñas y adolescentes evolucionan considerablemente. Reconocer estas variaciones y ser consciente de las particularidades de cada etapa permite a los padres, madres y personas cuidadoras brindar el apoyo y la orientación más adecuados en cada momento crucial. La adaptabilidad en las actitudes parentales se convierte, así, en un recurso esencial para fomentar un crecimiento saludable y una relación sólida entre los padres, madres y personas cuidadoras con sus hijos, hijas e hijes.

Al ajustar las expectativas, los padres, madres y personas cuidadoras pueden establecer un marco realista que respete el desarrollo individual de cada niño, niña o adolescente. Este enfoque no solo mejora la comunicación y la comprensión mutua, sino que también promueve un ambiente familiar más armonioso y de apoyo. Además, al reconocer las necesidades específicas de cada etapa, los padres, madres y personas cuidadoras pueden participar activamente en la construcción de bases sólidas para el bienestar emocional y el desarrollo integral de sus hijos, hijas e hijes a lo largo del tiempo. En definitiva, el conocimiento y la adaptación a las necesidades cambiantes de los niños, niñas y adolescentes en cada etapa de su vida se erigen como elementos significativos para el desarrollo saludable de la familia.